Miércoles, 18 de Febrero de 2015 21:44

LA BANCA ÉTICA ES UNA PATA MÁS DE UN GRAN MOVIMIENTO DE CAMBIO SOCIAL QUE EMPIEZA A COGER CUERPO

Entrevista a Peru Sasia, Director del proyecto Fiare de Banca Ética. Propugna que el juego financiero debe basarse en el conocimiento, las relaciones y el contacto directo con el cliente.

 

Químico de formación, Peru Sasia trabajó en grandes empresas del sector hasta que en el año 2004 decidió que había valores más importantes que el dinero y se implicó en el proyecto Fiare, el primer banco ético español, que en los últimos meses ha dado sus primeros pasos como entidad reconocida. A finales del año pasado acudió a Valladolid a la asamblea regional de la promotora, a la que asistieron 70 personas, el 20% de los socios. «Ya quisieran otras empresas una asistencia como esta», recalcó Sasia, que actualmente trabaja como profesor de Ética en Deusto.

 

Que una cooperativa de crédito como Fiare se autoproclame como banco ético ¿significa que los demás bancos no lo son?


–Hay gente que opina que la ética es una manera elegante de hablar mal de la gente. Pero lo cierto es que hay carencias éticas radicales en el modo como está funcionando ahora el sistema financiero. Eso no lo pone en duda casi nadie, ni los responsables ni los accionistas de los grandes grupos transnacionales. Saben que hay problemas clarísimos de transparencia, de relación con el cliente y de dotación financiera. Todo esto en el nivel de la organización, porque en el nivel macro del propio sistema financiero tenemos otros problemas: paraísos fiscales, corrupción, normativas opacas, banca en la sombra... Este es un diagnóstico que no lo ha inventado la banca ética, lleva realizándose exhaustivamente sobre todo a partir de la crisis.


El resultado de todo esto es la indignación ciudadana, que en los últimos años está siendo el principal motor de la banca ética. Personas y organizaciones descubren que lo que hace su entidad financiera con su dinero es inaceptable y deciden que no quieren recibir un punto más de interés de ese modo. Esto está ligado con la idea de responsabilidad ciudadana y con líneas de trabajo como el comercio justo, el consumo responsable o las actuaciones de sostenibilidad ambiental.


Hay un problema de fondo en el origen de la crisis, que es el elevado peso de las actividades especulativas de la banca.


–La banca ética se dedica exclusivamente a hacer intermediación financiera entre el dinero depositado por personas u organizaciones y las personas u organizaciones que lo necesitan para realizar una actividad económica concreta en el mundo de la economía real. No hay nada de derivados, ni de la esfera especulativa. No nos dedicamos a la reventa de dinero.


Pero ¿es realista plantear que debería reducirse la economía especulativa en el mundo financiero?


–Claramente sí. Hay personas que opinan que la economía especulativa debidamente embridada, bien normativizada y bien controlada por los estados y los gobiernos –ahora sería necesario un Gobierno global, porque la economía está globalizada– puede favorecer el que puedan afrontarse proyectos muy grandes, porque se pueden allegar fondos. Personalmente creo que no merece la pena asumir los riesgos que supone esta metástasis especulativa para los beneficios que reporta. Y no solo yo. El riesgo es que se crean entidades demasiado grandes para quebrar, a las que te ves obligado a rescatar cuando tienen problemas, o incluso demasiado grandes para asumir responsabilidades penales. Esas contrapartidas no justifican que puedas hacer el puente más largo del mundo.


En cierto modo, en un nivel básico, la banca ética lo que hace es volver a la banca tradicional.


–Así es. Nosotros hablamos del lugar social de la banca ética y recuperamos el sentido original de la intermediación financiera, a partir de la experiencia de los banqueros medievales y los gremios, que descubrieron que era un buen acelerador de la economía el poner en contacto el dinero excedente con las solicitudes de financiación. Y eso es un bien social que en este momento casi nadie pone en discusión. La banca ética se asienta precisamente ahí.


¿Qué rasgos debe tener un banco ético para merecer ese nombre?


–En la parte del crédito la diferencia fundamental es entender que, en algunas circunstancias, el crédito debe reconocerse como un derecho humano y que no ha de estar necesariamente vinculado a la capacidad de aportar garantías patrimoniales. Nosotros entendemos el ahorro como un bien común. Eso no significa que no respetemos el derecho a la propiedad, porque el ahorro es del ahorrador. Lo que significa es que una vez que llega a la entidad financiera debe gestionarlo como un bien común y hacer con él algo bueno para la colectividad.


Y luego todos los rasgos que tienen que ver con una gestión responsable de la propia organización, que no puede ser una caja negra, sino que debe ser una caja transparente. Aquí aparecen cuestiones como la rendición de cuentas o la información. Un proyecto como el nuestro da información del 100% de los créditos que concede.


Paradójicamente, y pese que ustedes dan crédito a quienes 'no deberían' los datos de morosidad son más bajos que los de la banca tradicional.

 

¿Cómo es posible?


–La morosidad es cinco veces menor en nuestro caso. Y no solo en España, donde todavía hemos concedido pocos créditos, sino también en Italia, donde se asienta la raíz de nuestro grupo: la Banca Popolare Ética. La morosidad media está en el 13,5% en España y nosotros tenemos un 2,5%. Hay dos razones. La primera es que nosotros conocemos muy bien el mercado de los solicitantes de financiación a los que nos dedicamos, esos 'sospechosos habituales' que no quieren los demás por considerarlos de altísimo riesgo y que en nuestro caso son el 100% de los créditos que concedemos. Sabemos cuáles son las claves de su viabilidad. Si un pequeño agricultor va a poner en marcha una producción de verdura ecológica sabes si el mercado va a responder porque conoces su red social, sabes dónde se mueve y sus contactos. Y eso te vale para valorar muy bien la viabilidad económica del proyecto. No hay que olvidar que la viabilidad financiera es también un requisito ético. No hay mayor crueldad que conceder a alguien un préstamo para un proyecto que no va a funcionar porque esa persona, que seguramente venía de ser pobre, pasa a ser pobre y endeudada, que ya es el colmo.


La segunda razón de la baja morosidad tiene que ver con que quien recibe nuestra financiación ama a su banco. Es así. Concedemos financiación a personas y organizaciones que en muchos casos están contribuyendo a construir Fiare Banca Ética y que se responsabilizan de la devolución del crédito. No remolonean. Hay canales de comunicación muy fluidos, y cuando hay algún problema de pago se personan rápidamente y se renegocia, se buscan garantías adicionales, hay terceros que pueden ayudar...


Esto último, además, distingue el proyecto de Fiare de otros proyectos de banca ética de filosofía más comercial.


–Así es. Para nosotros la participación colectiva, la dimensión relacional, la reciprocidad, es esencial. Lo que nos interesa es tener una estructura de personas y organizaciones asociadas muy densa.


Lo ha mencionado antes. La banca ética es una pata más de un gran movimiento de cambio social que empieza a coger cuerpo.


–Si hace 15 años alguien se hubiera atrevido a hacer economía ficción y a decir que iba a haber alternativas consolidadas en ámbitos como los seguros, la comercialización de energía verde o la banca le hubiéramos mirado como las vacas al tren. Pero ahí están ya. Y creo que tienen que ir abriéndose camino irremediablemente, porque el sistema económico hoy no es sostenible. Conseguir convertirlas en algo institucionalizado, y en una alternativa a nivel global, ya no solo depende de nosotros. Dependerá de cuánto se comprometan las universidades, los sindicatos, los gobiernos... Mientras tanto nosotros iremos creando una red, un circuito corto, de actividad económica alternativa.


FUENTE: www.elnortedecastilla.es

REAS: PORTAL DE ECONOMÍA SOLIDARIA


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